Edgar Vicho.
"Nunca olvides. Nunca perdones", es el breve eslogan que acompaña a las primeras imágenes publicitarias de la que será la primera película de Tim Burton desde que hace dos años estrenara, casi simultáneamente, sus por entonces dos últimos films. Bastante larga ha sido la espera y a la vista de lo que se avecina, más larga aún se anticipa la que nos resta.
Los amantes de los musicales habrán oído hablar sin duda alguna de Sweeney Todd, el sádico barbero, que, en plena Inglaterra victoriana y movido por un ansia de venganza contra un malévolo juez que le acusa injustamente de un crimen con el fin de arrebatarle a su familia, emprende una carrera en paralelo como asesino en serie rebanando los pescuezos de sus clientes con la misma navaja que utiliza para apurar su afeitado. Si a ello lo unimos un cómplice en la forma de una solícita viuda que asiste al dedicado barbero recogiendo los restos de sus crímenes y convirtiéndolos en pastel de carne, sería un auténtico milagro que de inmediato no asociáramos el nombre de Burton a la adaptación cinematográfica de tan ‘jugoso’ relato. Dado que el realizador no es ajeno al período histórico, que hace unos años ya visitara en una historia igualmente negra en torno a la leyenda de Sleepy Hollow, qué menos que hacerlo de la mano del intérprete que le ha brindado algunos de los títulos cumbre de su filmografía (y estrella, por cierto, de su revisión sobre el relato del jinete sin cabeza): Johnny Depp interpreta al sanguinario barbero de esta fábula musical (herencia del espectáculo de Broadway con libreto de Stephen Sondheim) que pasada por el tamiz del personal universo visual de Burton y, esperemos, su no menos personal sentido del humor, promete convertirse en uno de los títulos imprescindibles del año nuevo.
Ya solo la asociación del nombre de Burton al cabeza de cartel servirá de fijo para atraer a gran parte del público que durante las fiestas se refugia al calor de las salas: no en vano Depp demostrará su talento musical como nunca antes lo había hecho al interpretar sus propios temas (él mismo insistió en apuntarse a clases de canto después de que Sondheim, no demasiado confiado en sus habilidades vocales, dijera que su voz era "demasiado rock and roll" para el papel) Junto a él, la actual musa y esposa de Burton, Helena Bonham Carter, en el papel de la asistente de Todd, la Señora Lovett, el también británico y siempre impecable Alan Rickman como el maquiavélico Juez Turpin y el universalmente conocido como Borat, Sacha Baron Cohen, completan un reparto repleto de nombres británicos como el de Timothy Spall, otro de los versátiles intérpretes (y actor fetiche de Mike Leigh) que redondea el casting. Con semejantes expectativas, y después de que hayan podido verse ya hasta dos trailers de la película, seguro que seremos incapaces de ‘olvidar’ o ‘perdonar’ el estreno de Sweeney Todd, por mucho que haya que esperar hasta el año próximo.
"Nunca olvides. Nunca perdones", es el breve eslogan que acompaña a las primeras imágenes publicitarias de la que será la primera película de Tim Burton desde que hace dos años estrenara, casi simultáneamente, sus por entonces dos últimos films. Bastante larga ha sido la espera y a la vista de lo que se avecina, más larga aún se anticipa la que nos resta.
Los amantes de los musicales habrán oído hablar sin duda alguna de Sweeney Todd, el sádico barbero, que, en plena Inglaterra victoriana y movido por un ansia de venganza contra un malévolo juez que le acusa injustamente de un crimen con el fin de arrebatarle a su familia, emprende una carrera en paralelo como asesino en serie rebanando los pescuezos de sus clientes con la misma navaja que utiliza para apurar su afeitado. Si a ello lo unimos un cómplice en la forma de una solícita viuda que asiste al dedicado barbero recogiendo los restos de sus crímenes y convirtiéndolos en pastel de carne, sería un auténtico milagro que de inmediato no asociáramos el nombre de Burton a la adaptación cinematográfica de tan ‘jugoso’ relato. Dado que el realizador no es ajeno al período histórico, que hace unos años ya visitara en una historia igualmente negra en torno a la leyenda de Sleepy Hollow, qué menos que hacerlo de la mano del intérprete que le ha brindado algunos de los títulos cumbre de su filmografía (y estrella, por cierto, de su revisión sobre el relato del jinete sin cabeza): Johnny Depp interpreta al sanguinario barbero de esta fábula musical (herencia del espectáculo de Broadway con libreto de Stephen Sondheim) que pasada por el tamiz del personal universo visual de Burton y, esperemos, su no menos personal sentido del humor, promete convertirse en uno de los títulos imprescindibles del año nuevo.
Ya solo la asociación del nombre de Burton al cabeza de cartel servirá de fijo para atraer a gran parte del público que durante las fiestas se refugia al calor de las salas: no en vano Depp demostrará su talento musical como nunca antes lo había hecho al interpretar sus propios temas (él mismo insistió en apuntarse a clases de canto después de que Sondheim, no demasiado confiado en sus habilidades vocales, dijera que su voz era "demasiado rock and roll" para el papel) Junto a él, la actual musa y esposa de Burton, Helena Bonham Carter, en el papel de la asistente de Todd, la Señora Lovett, el también británico y siempre impecable Alan Rickman como el maquiavélico Juez Turpin y el universalmente conocido como Borat, Sacha Baron Cohen, completan un reparto repleto de nombres británicos como el de Timothy Spall, otro de los versátiles intérpretes (y actor fetiche de Mike Leigh) que redondea el casting. Con semejantes expectativas, y después de que hayan podido verse ya hasta dos trailers de la película, seguro que seremos incapaces de ‘olvidar’ o ‘perdonar’ el estreno de Sweeney Todd, por mucho que haya que esperar hasta el año próximo.